Los primeros pasos para tu aventura en Puno comienzan ahora. Prepárate para embarcar conmigo en esta fascinante lectura hacia la «Capital Folclórica del Perú», un tesoro cultural situado en las alturas de los Andes peruanos, cuna de la civilización inca y ciudad de coloridas celebraciones folclóricas. Es también la ciudad base para llegar a las islas del legendario Titicaca: ¡el lago más alto, navegable y misterioso del mundo! Este es un lugar importante entre Perú y Bolivia, que alberga muchos enigmas sin respuesta. En sus alrededores, podemos ver vestigios de civilizaciones antiguas como Tiwanaku. De las leyendas del Lago Titicaca emergió Viracocha, el dios creador supremo, quien habría dado origen al pueblo inca.
Estamos a inicios de agosto, temporada seca, no llueve, los días son soleados y las noches muy frías. Abordé en la terminal de Cusco a las 22:00 en uno de los tantos buses cama que realizan la ruta Cusco-Puno. Compré el boleto personalmente en la misma terminal, dos días antes, tan pronto como decidí viajar. El horario nocturno fue ideal para recorrer las 7 horas de viaje durmiendo, y al despertar, ya estaba en Puno.
El viaje fue tranquilo, sin paradas. Estaba cansada, ¡me «apagué»! Solo noté que había llegado a mi destino cuando el conductor encendió las luces y anunció la llegada. La terminal de la ciudad de Puno está ubicada a orillas del Lago Titicaca, lo que me facilitó mucho, pues solo desembarqué y comencé a recorrer el malecón a pie, en medio del frío de la madrugada, disfrutando de uno de los espectáculos más bonitos del amanecer en Perú, apreciando no solo las primeras vistas del famoso lago, sino ambientándome a la atmósfera de esta pequeña ciudad, de calles adoquinadas y hábiles trabajos manuales hechos a base de totora, la planta típica y comestible de la región.
Este malecón, que recorre de un lado a otro Puno, también será tu punto de referencia para no perderte: al avanzar hacia el interior de las cuadras de la ciudad, sabes que al final de cada calle, tendrás el malecón de Puno para orientarte.
La ciudad de Puno
¿Cómo llegar?
Por vía aérea: El Aeropuerto Internacional Inca Manco Cápac, ubicado en la ciudad de Juliaca, es la opción para aquellos que prefieren viajar en avión. Hay vuelos regulares, operados por diferentes aerolíneas, que parten de Lima, la capital de Perú, y de otras ciudades como Cusco y Arequipa. Una vez que llegas al aeropuerto de Juliaca, puedes optar por taxi o autobús para llegar a Puno, que se encuentra aproximadamente a 45 kilómetros de distancia.
Por vía terrestre: Desde Lima, Cusco, Arequipa y otras ciudades de Perú, puedes optar por un autobús nocturno que te llevará a Puno. La duración del trayecto varía según la ciudad desde la que embarques: por ejemplo, desde Lima son 20 horas y desde Cusco 7 horas de viaje.
Por vía marítima: La única opción para llegar a Puno es a través del Lago Titicaca. Desde Copacabana, en la orilla boliviana del lago, puedes embarcar en las balsas que realizan este trayecto. A través de sus aguas cristalinas, de las vistas impresionantes, y de las montañas circundantes, esta es una opción para llegar a la ciudad de Puno.
Los medios de transporte en Puno
Con un tráfico bastante movido, esta ciudad sorprende con sus opciones de transporte: son muy utilizadas las bicicletas con dos asientos en la parte delantera, donde los turistas se divierten mucho, pero los preferidos son los tuk-tuks, que pueden verse por todas partes (¡si no los conoces, te gustarán mucho!). Las vans cobran 1 sol para recorrer toda la ciudad, y también son una buena opción.
Puno cuenta con dos terminales:
Terminal Terrestre Puno
El terminal de autobuses interurbanos, situada en la Plaza Mayor de Puno, Jr. Deustrua, 458.
Terminal Zonal Sur de Puno
Es la terminal de vans municipales, que te llevan a ciudades cercanas como Ilave, Yunguyo, Desaguadero y Juli, ubicada en Jirón Branden 415.
Ubicación y altitud
Es fundamental, para la organización de tu viaje, entender la ubicación geográfica y la altitud de Puno, ya que son dos factores determinantes que pueden influir en tu salud durante tu estadía en esta fascinante región de Perú.
Ubicación: Puno está situado en el altiplano peruano, en la región sureste del país. Limita con el Departamento de Cusco al norte, con Bolivia al este, con el Departamento de Tacna al sur y con el Departamento de Moquegua al oeste.
Altitud: La altitud de Puno llama la atención, ya que está ubicada a 3,800 metros sobre el nivel del mar. Esta elevación es responsable del clima fresco y seco de la ciudad, con temperaturas que pueden variar significativamente entre el día y la noche.
Mal de altura: La altitud también es un desafío adicional para los visitantes que llegan a la ciudad, debido al mal de altura, especialmente si vienes directamente de ciudades a nivel del mar, sin realizar la debida aclimatación en ciudades más bajas, como por ejemplo Cusco, que se encuentra a 3,399 metros sobre el nivel del mar.
Clima
Puno presenta dos estaciones distintas: la estación seca y la estación lluviosa.
Estación seca (abril a octubre): Durante este período, Puno disfruta, la mayoría de los días, de cielos despejados y clima seco. Con días soleados y noches frescas, esta es la mejor estación para ser visitada.
Nota: Protégete del sol: aunque el clima pueda ser fresco, el sol del altiplano es intenso. Aplica protector solar y usa sombrero o gorra.
Estación lluviosa (noviembre a marzo): Durante estos meses, como el nombre de la estación ya indica, hay un aumento de precipitaciones, con fuertes lluvias por la tarde y la noche. Aunque las mañanas puedan ser soleadas, es importante estar preparado para los aguaceros. ¡Lleva ropa adecuada!
Nota: Lleva ropa impermeable, un paraguas, capas y zapatos a prueba de agua.
¿Qué hacer en Puno?
Plaza de Armas de Puno
Disfrutarás del paseo por la Plaza de Armas, ubicada en el vibrante centro de la ciudad de Puno, el epicentro de la vida social, cultural y política de la ciudad, donde la historia, la tradición y la vida cotidiana de sus habitantes se entrelazan. Sentarse en uno de sus bancos y admirar el paisajismo de sus árboles cuidadosamente podados, la hermosa vista de la Catedral de Puno, con su estilo barroco andino, su fachada de piedra y torres barrocas, domina el paisaje urbano y añade un toque de grandeza al entorno, cuya entrada es gratuita y puedes visitar a tu antojo.
Rodeada de majestuosas construcciones coloniales, la Plaza de Armas de Puno es un testimonio vivo del esplendor arquitectónico del pasado. Además, los edificios circundantes, con sus balcones de madera tallada y detalles ornamentales, ofrecen una visión encantadora de la época colonial.
Este emblemático espacio es mucho más que un simple punto de encuentro; es el lugar elegido para la realización de eventos culturales, festivales y actividades comunitarias en Puno. Desde desfiles coloridos hasta conciertos al aire libre, este espacio se transforma en el escenario perfecto para la expresión artística y la celebración de la rica diversidad cultural de la región. Los lugareños y visitantes se reúnen aquí para disfrutar de la música, la danza y la animación de la vida urbana. Siguiendo por la Calle Lima, que es un boulevard de poco más de 3 cuadras, encontrarás una gran cantidad de restaurantes, hoteles, cafeterías, bancos, cajeros automáticos, casas de cambio, agencias de viajes y turismo, además de tiendas (pero nada que se compare con los precios y variedades del Centro Artesanal de Productores Lacustre, del Puerto De Puno). Al final de esta calle encontrarás el Parque Pino.
Museo Municipal Carlos Dreyer
El Museo Municipal Carlos Dreyer es un verdadero tesoro cultural que refleja la identidad y diversidad de Puno. Con su impresionante colección, su compromiso con la educación y su papel como centro de difusión cultural, el museo es un testimonio vivo del rico patrimonio de la región y una visita obligada para todos los amantes de la historia y la cultura.
Presenta exposiciones temáticas que exploran diversos aspectos de la historia, cultura e identidad de Puno y sus habitantes. Desde exposiciones sobre la vida cotidiana de las culturas preincaicas hasta muestras de arte contemporáneo, el museo ofrece una visión fascinante de la evolución de la región a lo largo del tiempo.
Gastronomía Local
Los visitantes de Puno no pueden dejar de probar la deliciosa gastronomía local, que combina ingredientes tradicionales con influencias españolas y andinas. Platos como el cuy asado, la trucha del Lago Titicaca y la sopa de quinua, además de una variedad de pizzas, sándwiches y pasteles tradicionales, son solo algunas de las delicias culinarias que te esperan en los restaurantes locales y mercados de la ciudad. En el centro, cerca de la Plaza de Armas, ¡encontrarás lugares estupendos!
Mercado Central de Puno
Al visitar este mercado, que se encuentra fácilmente caminando por las calles de la ciudad, estarás en contacto con la población y los artesanos locales de Puno. Podrás interactuar al comprar productos frescos, quesos, frutas, carnes, además de algunas «artesanías», cerámicas tradicionales, tejidos hechos a mano, y objetos y barcos para ofrendar a la Pachamama. No te asustes, verás muchos fetos y crías momificadas de llamas utilizados para fines rituales.
Puno y sus miradores
Mirador El Cóndor
También llamado Mirador de Kuntur Wasi, este mirador ofrece una vista privilegiada del Lago Titicaca y de toda la ciudad de Puno. Con suerte, incluso puedes ver algunos cóndores sobrevolando el lugar, además de la enorme estatua, símbolo del mirador.
Para llegar hasta allí, lo ideal es ir en taxi, ya que el Mirador El Cóndor se encuentra a 1.500 escalones de la ciudad hasta la cima. La recomendación es ir por la tarde para que el atardecer embellezca aún más el paisaje.
Mirador Puma Uta
Ubicado en la zona de Alto Puno, en la entrada norte de la ciudad, este mirador hace alegoría al animal puma, animal sagrado, que representa la centinela vigilante y protectora de la ciudad.
La palabra Titicaca, que significa «Puma de Piedra», tiene aquí su imponente imagen erigida sobre una fuente de agua que representa el Lago sagrado.
Este mirador ofrece a los visitantes una vista exclusiva sobre la ciudad y sobre la parte de la bahía interior del Lago.
Además de la inmensa estatua del puma, el visitante también encontrará la escultura de una enorme serpiente retratada en forma de túnel. Para llegar hasta allí, lo ideal es ir en taxi o en combi, debido a la altura donde se encuentra y sus pendientes.
El Puerto de Puno
Llegué caminando, a solo cuatro cuadras de la terminal de autobuses. La calle que conduce al famoso Puerto de Puno es una vía de doble sentido, con cientos de pedalones infantiles de un lado y, del otro, varias tiendas del Centro Artesanal Quechuas y Aymaras. (Por cierto, ¡este es el mejor lugar para adquirir tus recuerdos del viaje, porque en las islas, los precios son mucho más altos!)
Al final de la calle verás un hermoso faro en colores rojo y blanco y, ahí sí, habrás llegado a la entrada para las barcas.
Entradas para las barcas y islas
Si optas por visitar las islas (Uros, Lanchón, Amantaní y Taquile) como parte de una excursión, no te preocupes, todo quedará a cargo de la agencia. Si tienes poco tiempo, también puedes optar por conocer solo Los Uros.
Sin embargo, si deseas conocer las islas por tu cuenta, hay diversos barqueros en el puerto que ofrecen entradas y viajes en barco. El precio por persona es de 20 soles, y en cada isla visitada, pagarás una entrada de 8 soles. Además, el almuerzo ofrecido ronda los 30 soles (sin incluir bebida).
Cuando llegué al Puerto por mi cuenta, es decir, sin excursión, me dirigí al primer barquero que me ofreció el viaje, porque ya tenía un itinerario definido y mis alojamientos en las islas ya estaban reservados. Solo necesitaba el transporte. Según mi itinerario, primero visitaría la Isla Amantaní, donde me hospedaría por 2 días en la casa de Lucy Pacompia, en Arco Wasi. Luego iría a la Isla Taquile, a la casa de Felipe e Inés por otros dos días, y por último, me alojaría en Los Uros, en un hospedaje flotante en una isla hecha de totora.
Varios turistas se aglomeraban en el puerto para embarcar, y rápidamente subí a la barca que me llevaría a Amantaní. Sin embargo, supe en el momento que no hay una embarcación que vaya directamente a la isla que elijas: necesariamente, debes seguir el itinerario preestablecido por las demás excursiones, pagando la entrada y visitando cada isla por la que pase la barca antes de llegar a tu destino.
Y así lo hice, entendiendo, sin embargo, que mi día sería más largo de lo que pensaba, pero feliz: ¡qué emoción, Lago Titicaca!
Isla Los Uros
Tras media hora de viaje, siguiendo un largo canal con agua fangosa, rodeado de totora a ambos lados, llegamos a un grupo de islas, donde la embarcación fue reduciendo la velocidad hasta detenerse en la isla elegida: ¡Los Uros! Y no necesitaba que el guía lo anunciara. Desde lejos, ya podíamos ver las casitas, construcciones, arcos, animales, ¡todo hecho de totora! Es un escenario digno de película, y a pesar de estar ampliamente difundido en las redes sociales, marca la diferencia estar allí en persona.
Antes de desembarcar, fuimos recibidos por un grupo de mujeres aymaras que cantaban y aplaudían nuestra llegada. Fue extraño bajar de la embarcación y pisar, por primera vez, en el suelo de totora: mi pie se hundió como en un colchón, y a medida que caminaba, me equilibre y adapté mi paso a esa estructura oscilante…
Cada familia es responsable de una isla, y al llegar, reciben a los visitantes con una clase explicativa sobre la totora y su uso, ¡incluyendo una muestra de esta planta para degustar!
Después de la clase, llega la hora de las compras: cada residente exhibe, con orgullo, su trabajo, y allí surgen artesanías hermosas de los más variados tipos: fruteros en forma de barcos típicos, los propios barcos, ¡todo hecho en totora! Almohadas y paneles bordados se venden con dibujos que retratan la vida diaria en las islas, pero, como mencioné al principio del artículo, a un precio mucho más alto de lo que puedes comprar en el puerto. Sin embargo, es decisión de cada uno dónde comprar y el presupuesto disponible para su viaje.
Isla Lanchón
Media hora más de viaje, adentrándonos en las aguas del Titicaca, ahora limpias, con un hermoso color verde, llegamos a nuestra segunda parada: una isla llamada Lanchón. Con una bonita playa donde los niños del barco corrieron a ver de cerca sus aguas, y una subida por escaleras de piedra que nos llevó a un restaurante con una vista deslumbrante, llegó nuestra hora del almuerzo. ¡Una comida deliciosa y típica nos esperaba: trucha con papas y ensalada! Luego, seguimos finalmente hacia Amantaní.
Isla Amantaní
Esta isla tardó en llegar. No sé si fue por mi expectativa o si los casi cuarenta minutos de distancia desde la otra isla se hicieron sentir. Todos los pasajeros desembarcaron en el mismo puerto, solo yo permanecí en la embarcación para ser llevada al otro lado de la isla: Muelle Incatiana era el nombre de la parte de la isla en la que me alojaría. En las islas no hay hoteles, son las propias familias las que nos hospedan en sus casas.
El barco dio media vuelta, la atención del capitán estaba centrada en evitar que nos encalláramos en algún banco de arena. Se inclinaba varias veces en la ventana para esquivar cualquier obstáculo. Divisé a Lucy desde lejos. Lucy, con sus vestimentas coloridas que llamaban la atención, sería la persona que me alojaría en Amantani. El escenario al llegar es de ensueño. Saludos, sonrisas, abrazos. Ahora ya estaba en tierra firme, bajo el cuidado de Lucy.
Desde la playa comenzamos un camino de subida, y cada vez que alcanzábamos mayor altura, la vista se volvía aún más espectacular, obligándome a hacer varias paradas para fotografiar el paisaje. Lucy siempre iba adelante, altiva, magnífica, con su polera colorida ondeando al viento, parecía no tener dificultad alguna en escalar las piedras. Me encontré con un grupo de ovejas y fotografié. Pronto llegamos a la casa de Lucy, en medio de una vegetación abundante y hermosa, donde las pocas casas parecen de juguete, perfectamente integradas en el paisaje.
Cruzamos los campos de cultivo que rodean la residencia de dos pisos de Lucy. Ella me cuenta que acaba de construir, ella misma, la parte de arriba. Orgullosa abre la puerta y en ese momento veo que todo estaba preparado para mí: la mesa puesta, adornada con una jarra de flores, el mantel bordado, los cubiertos. ¡Todo muy armonioso y bien cuidado! Lucy se apresura a servir el almuerzo, ya que la embarcación había llegado con gran retraso. Lucy prepara un almuerzo abundante y delicioso. Fresquito. Yo espero en el comedor, un acogedor espacio, decorado con flores de lana, la flor típica del Perú, que la propia hija de Lucy hace.
Estoy muy cansada. El viaje en barco cansa. El subir y bajar en las islas cansa. La expectativa cansa. Lucy me lleva a mis aposentos. ¡Qué cuarto tan bonito, todo decorado! Tres camas solo para mí, ya que no hay más huéspedes. Elijo la cama más cercana a la ventana, donde tengo la vista más hermosa del Lago Titicaca. Le digo buenas noches a Lucy y me acurruco. Con la cortina abierta, me duermo, viendo las aguas del lago navegable más alto del mundo, dormirse también.
Al día siguiente, después de un delicioso desayuno con panqueques y sandwiches calentitos, salgo a recorrer Amantani. Como periodista, ya investigué en internet los varios puntos interesantes de la isla y debo decirte que no son pocos. Son pocas las horas, antes de que anochezca, que tengo para recorrerlo todo. Lucy me pregunta si quiero que me acompañe, le digo que no, porque necesito de mi soledad para concentrarme en el reportaje que voy a hacer. Ella me señala, en un mapa, los lugares que elegí y me enseña los mejores caminos. Parto para mi aventura.
De inmediato, mi objetivo era llegar hasta la famosa Chincana de Amantani: una construcción inca que, a través de caminos subterráneos, cruzaría millones de kilómetros, atravesando el Lago Titicaca y cruzando todas las ciudades, hasta llegar a Cusco, ¡más precisamente al Qoricancha! Y una vez llegada a la Plaza de Armas de la isla, no tardé en encontrar la entrada bloqueada de la Chincana. Lamentablemente, a pesar de toda mi voluntad y emoción, no pude hacer nada más que admirar y fotografiar, desde el lado exterior de las paredes, con la entrada sellada, que han guardado durante años la famosa Chincana de Amantani.
Mi siguiente visita es al Centro Ceremonial de Pachatata. El camino no es nada fácil, implica una subida de 1 hora y 40, bajo el sol abrasador. Por el camino no hay tiendas, no hay nada, solo el camino de piedras, el paisaje de los campos de cultivo y el lago, los rebaños de ovejas, acompañados por mujeres y ancianas vestidas con sus trajes de trabajo. Me doy cuenta de que dejé mi botella de agua en la casa de Lucy. No hay tiempo para volver. Las horas están contadas, exactas para el recorrido de ida y vuelta. Pronto anochecerá.
Pachatata es un centro ceremonial situado a 4,115 metros sobre el nivel del mar. Es un recinto sagrado de adoración, abierto una vez al año para celebrar la milenaria ceremonia ritual «a la madre tierra», Pachamama.
Varios portales nos conducen a la cima de la montaña, donde se encuentran tanto el Centro Ceremonial de Pachatata como el de Pachamama, situado en las proximidades. Me detengo varias veces preguntándome si debo rendirme y volver al acogedor refugio de Lucy. Siento sed, mucha sed. De repente, como por encanto, veo aparecer en el paisaje a una señora, bastante anciana, sentada a lo largo del camino, bajo el sol abrasador. Pienso que se trata de una vendedora, por el bulto que lleva en la espalda. No me equivoqué, sí, era una vendedora, que además de artesanías preciosas, hechas por sus cansadas manos, también tenía agua para vender. Fue mi suerte. Aún me faltaba mucho para subir.
Consigo retomar la caminata, esta vez con más seguridad de que lo lograré. Es en ese momento cuando me encuentro con un grupo de músicos, provenientes del horizonte de la montaña, caminando en mi dirección, cada uno portando su instrumento musical, allí, en medio de la nada… se acercan, tocando sus tambores, el ritmo me ayuda en la subida. Nos saludamos. Entre ellos se presenta una brasileña como yo. Intercambiamos algunas palabras, suficientes para saber que son actores, ensayando para la presentación de una obra que van a representar al día siguiente, en lo alto de la montaña del Centro Ceremonial de Pachatata. ¿El público? No parecen preocupados. Saben que no hay nadie más que algún turista aventurero que se atreva a escalar la montaña, como yo.
Sigo con ellos, acompaño la caravana de saltimbanquis. Logro mi objetivo que es llegar a la cima de la montaña de Pachatata. Estoy allí en este lugar sagrado, acompañada por el ritmo de los tambores y las canciones entonadas por el grupo de actores. Contemplo la magnitud de este momento en mi vida. Admiro el centro ceremonial, aunque cerrado, entre las rejas de sus dos puertas. Este momento, único en mi vida, será inolvidable.
Llego a la casa de Lucy ya al anochecer, ella estaba preocupada. Me prepara una cena deliciosa, la última de esta estancia en Amantani. Acordamos que partiré al amanecer, Lucy me acompañará hasta el puerto para no perderme en el camino que lleva 1 hora y 40, por las sendas de la isla. Solo hay un horario para las lanchas que parten hacia Taquile, a las 7:30 de la mañana. No puedo perder esa lancha. Mis dos días en Amantani pasaron volando. Ahora debo partir hacia la próxima isla, Taquile, para dos días más de experiencia en las islas del Titicaca. Pongo el despertador a las 5 de la mañana.
Partimos al amanecer. Muchos pasos hasta llegar al puerto. Lucy habla con los barqueros, organiza todo para mí. Me despido de Lucy y la lancha, llena de turistas, parte hacia Taquile.
Isla Taquile
Llegamos, tras unos 40 minutos de viaje. Salto en el puerto, nadie vino a recibirme. Tampoco había coordinado nada con la pareja que me alojará en Taquile. Esta vez reservé a través de Booking.com. Quise tener esta experiencia de hospedaje por internet. Decido seguir al guía, con el enorme grupo de turistas que llegaron en la misma lancha que yo, para informarme de mi destino en la Plaza de Armas de la ciudad. Más de una hora de subida empinada, con hermosas vistas de la isla y sus alrededores. Se podían incluso ver los nevados de Bolivia, totalmente visibles.
Aquí en Taquile, al menos de este lado de la isla, hay muchas casas, unas al lado de otras. Al llegar a la plaza principal, muchas mujeres y hombres vestidos con trajes típicos bailan al son de flautas e instrumentos musicales andinos. Muchas tienditas alrededor venden productos variados, pero con precios bastante elevados.
Pregunto por la casa de Felipe e Inés, y en su idioma, logro entender que queda alejada de donde estamos. Para llegar allí, debo optar por dos caminos: el primero baja, atraviesa los campos de cultivo y luego sube, en una inclinación mucho mayor, hasta la hospedaje. El segundo es plano, pero mucho más ancho. Tendré que dar una vuelta más grande para llegar. Acabo optando por el camino plano y comienzo la caminata.
El camino es de piedras, algunas casas parecen abandonadas, con vidrios rotos. Una atmósfera silenciosa e inquietante. ¿Por qué hay tantas casas deshabitadas? Hay otras con marcas de tiza blanca, visiblemente señaladas, ¿para qué? Empiezo a notar sepulturas, esparcidas por casi todos los terrenos. Hay ovejas, algunos bueyes, animales por el camino. Bajo por un sendero que no lleva a ningún lado, regreso, arreglo mi camino. Después de media hora, finalmente llego al toldo azul que me habían dicho que era mi hospedaje.
La puerta está abierta. A diferencia de la casa de Lucy en Amantani, aquí hay muchas personas. Todas sentadas en sus mesas, hablan en voz alta, ni se dan cuenta de mi presencia. Estamos en los jardines de la casa, un área bastante florida y soleada. Muchos niños corren por entre los pocos espacios vacíos. Noto, en un rincón, a una señora tejiendo en un telar manual. Me dirijo a un joven que está sirviendo las mesas, me presento, le digo que me gustaría hablar con la dueña de la casa porque voy a hospedarme. Él me pide que espere en una mesa que queda al lado de la cocina, dentro de la casa. Aquí no hay sol, siento frío. La dueña de la casa sale de la cocina, nada sonriente, parece ocupada. Secándose las manos mojadas me pide que espere. Digo que tengo hambre. Ella me dice que el almuerzo no está incluido. Aun así, pido la misma comida que veo servir a las otras mesas. Así fue mi llegada.
Después de unas dos horas, después de que todos los visitantes se habían ido, la familia vino a integrarse conmigo. Hombres, mujeres, señoras, niños. Todos pertenecen a la misma familia, todos viven en la misma casa. Las habitaciones alquiladas están en medio de este escenario abarrotado. Corriendo fueron a arreglar mi habitación que parecía en obras. El baño estaba tapado con una fina madera que dejaba pasar todo el aire frío del exterior. Inmediatamente decido que no me quedaré dos noches, sino solo una, y eso si… entendí que todos en la familia están concentrados en una presentación de danza en la que participarán al día siguiente. Muchos tejidos coloridos están esparcidos por el suelo de la posada y el tiempo es corto para que las mujeres preparen tantas prendas, ya que cada vestimenta lleva por debajo al menos 20 faldas coloridas.
Salgo a pasear por mi cuenta, ya que tengo que aprovechar el resto del día. Voy descubriendo puertas del sol, bajadas y puertos apartados, aldeas con aires medievales. Me comunico con uno que otro habitante por el camino, me entero de que el cementerio de Taquile es para las personas no tan queridas. Los seres amados son sepultados dentro del terreno de su propia casa. Entiendo ahora las sepulturas por todos lados.
Regreso a la casa de Inés. La cena se sirve alrededor de las 22:00. Un plato de sopa servido entre las pruebas de faldas y blusas para la fiesta del día siguiente. Las sillas están amontonadas sobre las mesas. Explico que por razones de trabajo debo partir a la mañana siguiente. Pido la cuenta. El valor cobrado por solo una noche es mucho mayor que las dos noches estipuladas por Booking.com. Intento argumentar pero no hay caso. Si insisto, ella intenta explicarme las tarifas en dólares… decido aceptar sin argumentar más.
Parto temprano en la mañana, después de un desayuno servido apresuradamente, solo lo básico. Todos están afligidos por la presentación. Paso por la Plaza de Armas para prestigiar, después de los días de esfuerzo de esta familia para la esperada fiesta. Me tomo fotos con todos y parto para una gran caminata, seguida de una bajada olímpica, de más de 600 escalones de piedra, montaña abajo, para llegar al puerto. Después de la aventura, exhausta y con los pies y rodillas en pedazos, mientras espero a que lleguen todos los pasajeros, me quito los zapatos y baño mis pies en las aguas del Titicaca. ¡Qué delicia! Una temperatura templada, ideal para relajarse… Amé este final de aventura que decidí darme. A veces las cosas no salen como se esperaba, pero siempre hay una manera de mejorar la situación, ¿no?
De vuelta a Puno
Una vez que aborté mi hospedaje de dos días en Taquile, decido cancelar también la estadía en la Isla Los Uros y regresar a Puno, por una razón muy especial… ¡Hay muchos lugares súper interesantes aún por visitar en la ciudad! Sin reserva, en cuanto regreso al Puerto de Puno, me pongo a buscar hospedajes de solo una noche, por pocas horas. Descubro que la ciudad tiene muchas opciones de solo 30 soles. Elijo la que más me gustó y elaboro un nuevo itinerario de última hora: al día siguiente iré a visitar el enigmático Portal de Aramu Muru, ¡a solo 40 minutos del centro de Puno!
Aramu Muru
“Quien tiene boca va a Roma”, ¡y también a Aramu Muru! Conocido como “El Portal del Universo” o “Willka Uta” (Lugar del Sol o Puerta de los Dioses). Es un lugar misterioso, ubicado en una impresionante selva de piedra, con formas peculiares y muy impactantes. Se encuentran aún pinturas rupestres y monolitos que sobresalen aquí y allá. Y, un inmenso portal, de aproximadamente 7 metros de ancho por 7 metros de alto, con ocho ángulos, acompañado por depresiones de gran altura en sus lados.
Desperté muy temprano con el objetivo de descubrir el mejor medio para llegar a Amaru Muru. Está situado en la región de Ayumarca, en el extremo sur del distrito de Llave, en la provincia de El Collao, en el departamento de Puno, Perú. Preguntando aquí y allá, descubro una terminal de vans llamada Terminal Zonal Sur de Puno, a unas pocas cuadras de la Plaza de Armas. Desde allí, abordé una van, por 7 soles, con destino a la ciudad de Juli. Como me habían dicho, le pedí al conductor que me dejara antes, en la parte de la carretera que me llevaría al portal de Aramu Muru.
La carretera es un desierto, tanto porque no había alma viva como por el suelo árido, bañado por el sol a pleno, de la estación. La van desapareció en el paisaje de la carretera, dejándome sola en ese escenario. Creí en mi objetivo y seguí los pasos necesarios, avanzando por el camino de tierra. No muy lejos pude ver, como una miraje, el portal de Aramu Muru aparecer en el horizonte.
Realmente, las formaciones de la cordillera montañosa, que se levantan en medio del paisaje, como si hubieran sido construidas artificialmente, no coinciden con la topografía del lugar: algo que no debería estar allí, según las características de la llanura del Titicaca. El portal entonces, ni se diga. ¡Asombroso y emocionante! Alrededor, paredes de roca que toman formas realmente sorprendentes. Estar en medio de este escenario causa asombro en cualquier persona.
Ubicado a 3.850 metros sobre el nivel del mar, tiene una forma cuadrada, de 7 metros de altura por 7 metros de ancho, con un portal de 2 metros de altura, tallado en piedra. Posee dos surcos en sus laterales, lo suficientemente grandes como para que quepa una persona. La leyenda dice que la abertura menor representa la entrada de las almas de este mundo, mientras que la entrada mayor es utilizada por los dioses y solo se abre en determinadas horas de la noche. Se considera un lugar de fuente de energía y su portal un paso hacia otra dimensión. Una extraña profecía afirma que esta puerta, algún día, se abrirá y que sus dioses se irán en sus naves solares.
La leyenda del Portal de Aramu Muru
Cuenta la leyenda que, en la época en que los conquistadores españoles llegaron al Perú saqueando todo el oro y las piedras preciosas de las tribus incas, un sacerdote del Templo de los 7 Rayos, llamado Aramu Muru, huyó con el disco sagrado de oro del Qoricancha, conocido por ser la llave de los dioses de los 7 rayos, y se habría escondido en las montañas de Ayumarca.
Después de caminar mucho, finalmente llegó al portal que, en ese momento, estaba custodiado por los sacerdotes chamanes. Aramu Muru les habría mostrado la llave de los dioses. Luego, realizaron un ritual que culminó con un evento mágico: ¡el disco de oro abrió el portal! Según la leyenda, al abrirse la puerta, emanó una luz azul desde un túnel interno. En ese momento, Aramu Muru entregó el disco de oro al chamán y luego cruzó el portal, desapareciendo para siempre.
La leyenda también cuenta que grandes héroes atravesaron el portal para vivir una vida gloriosa de inmortalidad. Los habitantes locales afirman que hace 65 años, un grupo de músicos desapareció mientras tocaban cerca del Portal de Aramu Muru. Personas de carne y hueso aseguran que al colocar sus manos en el portal, tuvieron visiones de estrellas, columnas de fuego y escucharon músicas extrañas. No son pocos los habitantes locales que han relatado avistamientos de luces durante la noche. Actualmente, se realizan rituales en este lugar, y se puede ver a personas arrodilladas, en cualquier momento del día, frente a esta puerta, con las manos extendidas para absorber energía. Estar frente a este portal dimensional es realmente una experiencia única.
Relato Personal
Soy una periodista de 56 años. Durante la mayor parte de mi carrera, nunca tuve la oportunidad de presenciar fenómenos de esta naturaleza como los encontrados en Perú. El Portal de Amaru Muru, sin duda, entra en la lista de estos lugares fantásticos. Lo que puedo afirmar es que, durante todo el tiempo que estuve en las inmediaciones del Portal, sentí una fuerte energía que emana de ese lugar. Al situarme en su entrada principal, tuve la clara impresión de escuchar muchas voces provenientes de adentro, como si murmuraran.
Realmente, las rocas alrededor forman figuras concretas, como si hubieran sido esculpidas en piedra. Vi, muy claramente, la imagen de una hormiga, un caballo con su dorso visiblemente inclinado y la forma de un inca de perfil. Pude ver, personalmente, la piedra de los 7 rayos, que tiene inexplicablemente 7 cavidades orientadas hacia arriba, como una especie de conexión con el cielo.
Pinturas rupestres, algunas bastante visibles, la mayoría se están desvaneciendo con el tiempo. Varios monolitos que también sufren la acción del tiempo, y uno en particular que todos los que van a Amaru Muru quieren ver: ¡tiene la forma de un extraterrestre!
Y es verdad que existe un túnel, recientemente cerrado, donde los visitantes dejan, en la entrada, sus “pagos a la tierra”. Mientras filmaba, no me di cuenta, pero al revisar las imágenes, aparece una extraña luz roja proveniente del fondo de esta cavidad.
Chullpas de Sillustani
Situadas a 34 km de la ciudad de Puno, las Chullpas de Sillustani fueron construidas por la cultura Kolla. Son cientos de construcciones tubulares (tumbas) donde se encontraron restos de sacerdotes y gobernantes. Una excursión que te dejará boquiabierto.
La altura de estas tumbas, en forma de cápsula, es de 4 a 6 metros en promedio, pero encontrarás algunas que llegan a tener 15 metros de altura, lo que es realmente sorprendente. La conservación de este complejo funerario hasta el día de hoy se debe a los materiales de construcción utilizados por los Kollas, como piedra, bloques tallados y arcilla.
Y una vez en Sillustani, sin duda, llegarás al lago Umayo, ¡un espectáculo aparte! Misterio entrelazado con belleza paisajística es lo que te espera en las Chullpas de Sillustani.
Inca Uyo – Chucuito
El nombre, en idioma aymara, significa morada del Inca. Este sitio arqueológico se considera de origen inca debido a sus características de construcción. Conocido como el templo de la fertilidad, está ubicado en Chucuito (a 18 kilómetros de Puno). Tiene forma rectangular y sus paredes son gruesas. Se presume que el lugar formaba parte de un conjunto mayor de edificios ceremoniales. Lo que más atrae son los falos de piedra encontrados en su interior. Existen más de 80 falos, algunos completos, que llaman la atención de miles de turistas curiosos que visitan el lugar. Los habitantes creen que si una mujer se sienta sobre un falo, podrá tener hijos, y hay personas que afirman haber sido testigos de esto. Si vas con un guía, escucharás varias teorías sobre el lugar. Una de ellas es que los propios habitantes habrían traído estos falos para convertirlos en una atracción turística y así aumentar los ingresos de la ciudad. El hecho es que se trata de un lugar singular que no debes dejar de visitar.
Cañón de Tinajani
A unos 150 kilómetros de la ciudad de Puno, encontramos el Cañón de Tinajani, ubicado a 3.953 metros sobre el nivel del mar. Este majestuoso lugar posee formaciones rocosas impresionantes en forma de animales y personas, sorprendiendo a sus visitantes. Se dice que esta «selva de piedras» fue el lecho de un gran lago y que el viento esculpió estas formas a lo largo del tiempo.
Las enormes formaciones rocosas, de color rojizo, entretienen al visitante, y no solo disfrutarás de estar en medio de esta selva, sino también de la espectacular vista que la rodea. Ríos, manantiales y el cielo contribuyen a hacer la vista aún más hermosa. Además, verás la Puya Raimondi coronando las montañas, que puede alcanzar de 3 a 4 metros de altura. Sin duda, este lugar te permitirá un contacto auténtico con la naturaleza y es una de las joyas de estos fantásticos alrededores.
¡Puno es todo esto y mucho más! No dejes de visitar esta ciudad, tesoro cultural, situada en las alturas de los Andes peruanos. ¡Te quedarás maravillado!
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